Una carta
Una historia
Un mapa
Quizás, un texto curatorial
Amor. Del lat. amor, -oris.
1.m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
Raro, no? Una definición de diccionario que se lee como una cárcel conceptual, se piensa como el resultado de un mandato cultural y se percibe chata y vacía, ¿esto es el amor? Si creemos que no y vamos más allá de las palabras, es posible que notemos que cuando amamos habitamos un cuerpo enamorado, un cuerpo transformado por el suceso. Atravesamos y permanecemos en un universo de estímulos inmenso, pleno, avasallante, sin dudas, todo eso es mucho más que la “idea” dominante sobre el amor.
Esta idea que nos adoctrina, limita y reprime, es el refugio del amor romántico, una forma que ya no nos sirve más desde hace tiempo, pero decretar que “el amor ha muerto” tampoco nos sirve. Habitar un cuerpo enamorado, es entonces un conflicto desde el mundo de las ideas, no son suficientes las palabras para abordar lo que nos pasa, necesitamos reconectarnos individual y colectivamente y recrearnos. Mientras tanto, no sabemos a dónde ir, cómo ir, cuál es el nuevo lugar de este cuerpo enamorado que exige liberarse y ser. ¿A dónde migrar si las viejas estructuras ya no van más?
Intentaremos entonces abordar este conflicto con una obra de danza. Luciano Cejas, pone en escena un muestrario exquisito de sentires danzantes que exponen un mundo de “síntomas” y los explora desde el movimiento. Su creación nos envuelve, todo resuena y a la vez parece ajeno, es como un abrazo extremadamente laxo, que nos acerca y nos aleja, nos involucra y nos ofrece perspectiva. Nos permite movernos, pero nunca nos suelta.
Teoría de mi cuerpo enamorado apela, desde la sensibilidad artística, a conectar con lo que nos produce amar, y lo hace desde un lugar curiosamente poco recorrido como es la huella corporal. La obra es una iniciación, un espíritu que acompaña el despertar y el seguir caminando construyendo humanidad con nuestro pasos.
Ya enredados en la obra, nos imaginamos que es posible movernos a un lugar de pertenencia donde amar como queremos amar, para rebelarnos ante mandatos que ya no toleramos. Tal vez, podemos vibrar y reconocernos en la libertad de un andar errático, confuso, contradictorio, que se permite preguntar por qué sentimos tan diferente a lo que nos dicen que “deberíamos sentir” y hacer algo con eso. En definitiva, el amor sigue estallando en nosotres, nos reclama, nos enciende, ¿por qué renunciar a adueñarnos del estruendo? Nos imaginamos que tal vez, el amor pueda dejar de ser un huésped ocasional para ser el territorio en el que podemos construir sentido.
Resumiendo el estado de situación: tenemos muchas preguntas, pocas respuestas y una obra maravillosa. ¿Cómo seguimos? Seguimos proclamando que nos interesa asumir una investigación con el objetivo de defender el derecho de sentir, fortalecer la conexión con la experiencia corporal y hablar del amor.
La obra en sí misma es un proceso de exploración junto al público, un proceso activo y resonante desde lo vivencial. Intercambiando saberes fuimos armando un archivo de imágenes y relatos (historias, narrativas, poemas, cuentos) que expanden el análisis constituyendo puntos de partida válidos para sensibilizarnos –disparadores, fuentes de conexión- y confluir en un estado de presencia emocional y corporal. Notamos que existen abordajes bidireccionales, no importa desde dónde empezar, sino tener la oportunidad de estar ahí, de llegar. Nos resulta importante naturalizar la diversidad de formas de percibir el arte, el derecho a elegir entre muchas expresiones diversas.
En esta instancia resolvimos que el proyecto permanecería en una propuesta de eterna apertura con un rol satelital, o sea, todo lo que aportamos alrededor de la obra produce herramientas para interrogarnos acerca del amor. La representación es una síntesis, es una teoría sobre habitar un cuerpo enamorado, un paraje de retorno constante, de verificación y de cierto alivio, el amor está ahí, resguardado.
Seguramente, después de mucho trabajo intelectual, corporal y de producción, concluiremos que alcanzaba con permitirnos sentir, con sentirse y sentir a les otres, y para qué tanta cosa? Porque resulta que algo nos viene pasando que es muy difícil y doloroso, algo nos pasó que el miedo es enorme y nos lastimamos demasiado. Tendremos que hablar y aprender – desaprender – reaprender juntes para hallar ese lugar protegido en el cual está bueno amar. Tendremos que luchar, por supuesto, siempre luchar, para defenderlo y no olvidarnos de respirar profundo para conectar, al menos hasta la próxima función.
Celina Pérez Blanco
Luciano Cejas
Milán/Buenos Aires, Octubre 2023
Sánchez de Bustamante 1034, CABA